Una disertación es una prueba cuyo objetivo es la reflexión y el análisis de un problema dirigido a la búsqueda de una propuesta o solución. En esta prueba se te pide que elabores tus ideas personales sobre un tema después de haberte informado sobre él y reflexionado de forma problemática, planteando las cuestiones e interrogantes que de él puedan surgir.
La disertación te permite utilizar los argumentos que has estudiado en este curso para orientar tu reflexión y elaborar tus ideas de forma que te sea más fácil exponerlas y discutirlas con otras personas que no mantengan tu mismo punto de vista.
La disertación exige un método de trabajo que exponemos a continuación
Antes de redactar
Anota en un papel todas las ideas que te surjan al formularte la pregunta. Establece después un orden en esas ideas priorizando unas a costa de otras. Selecciona de entre las ideas anteriores para elegir el enfoque que vas a dar a tu disertación. Por fin, elabora el esquema de tu disertación. En todo el proceso es importante trabajar con los materiales que te aportamos en clase, plantear cuestiones en clase que te ayudarán a decidir tu enfoque.
La redacción
Redacta tu texto teniendo en cuenta que en el ejercicio se deben distinguir claramente 3 partes:
Introducción: Puede consistir en una breve aproximación al tema aclarando los términos de la pregunta o problema que se va a desarrollar y una justificación del enfoque que hemos dado a nuestra disertación. Lo más importante es la presentación de las TESIS que se va a mantener y que da respuesta a la pregunta planteada
Desarrollo: es la parte central de la disertación. No interesa tanto lo que opinamos sobre un tema, sino las razones que tenemos para mantener esa postura. Razonar una tesis significa ARGUMENTAR, es decir, ofrecer argumentos (ejemplos, modelos, analogías, autoridad, pragmáticos, deductivos…) que justifiquen la postura defendida. Es necesario aportar información relevante y pertinente sobre el tema del que tratamos porque es la manera de avalar las afirmaciones que hagamos. Busca fuentes fiables e información actualizada. En ocasiones tendrás que aclarar los supuestos de que se está partiendo, alguna afirmación más general de la que se podría deducir lo que estás diciendo así como analizar las posibles consecuencias que se siguen de lo que has dicho, y ver cómo esas consecuencias son correctas.
Es muy importante exponer también algunas razones que puedan estar en contra de nuestro punto de vista, haciendo ver por qué no son razones válidas
Conclusión: se retoma la tesis inicial y se hace ver cómo todo lo que hemos ido diciendo a lo largo de la disertación ha servido para confirmarla.
Para evaluar tu ejercicio vamos a tener en cuenta los siguientes CRITERIOS DE CALIFICACIÓN Estructura interna (hasta 3 puntos): Se valora la pertinencia de la respuesta con el tema propuesto, la existencia de una introducción clara que exponga la tesis central, si existe una continuidad y progresión en la disertación y, finalmente, si existe una conclusión avalada por la argumentación
Reflexión personal (hasta 2 puntos): Se valora si el enfoque es personal y se utilizan ejemplos y vivencias próximas en vez de limitarse a reproducir estereotipos o conocimientos ajenos. SE valora igualmente la espontaneidad, frescura y viveza del trabajo.
Argumentación (hasta 4 puntos): Se valora la coherencia y la calidad de los argumentos utilizados, si son suficientes, variados y, sobre todo, si están bien fundamentados y elaborados intentando ser objetivo, sin dejarse llevar por los prejuicios o por afirmaciones poco probadas Guión y trabajo previo (hasta 1 punto): Se valora el método de trabajo así como el trabajo previo al ejercicio de clase
Ortografía y presentación (podrá descontar hasta 1 punto): Se valora si la ortografía y la sintaxis son correctas y si la caligrafía y presentación son estéticamente adecuados.
Para comenzar veamos un ejemplo sencillo que no requiere un previo análisis de información. Analiza la tesis planteada así como los argumentos esgrimidos para defenderla
¿Por qué llevamos ropa?
La pregunta, en principio, parece hacer referencia a algo excesivamente obvio, demasiado cotidiano como para que sea necesario plantearse una explicación, y ni siquiera una justificación. Es un hecho que todos la llevamos y eso parece ser suficiente. No obstante, incluso lo obvio esconde a veces aspectos interesantes, por lo que puede merecer la pena intentar responder.
Dado que llevar ropa es algo que caracteriza a los seres humanos y dada igualmente la diversidad de ropas que estos han llevado y llevan, son sin duda varias las razones que explican por qué la llevamos y cuál es la función que desempeñan. No sólo sirve para abrigarnos, sino que también es algo que nos ayuda a mostrarnos como seres humanos.
Una primera respuesta se presenta inmediatamente: llevamos ropa para suplir las insuficiencias de nuestra propia naturaleza. Somos animales desnudos, sin una piel abundante que nos proteja del frío, la humedad y el calor. La ropa sería esa segunda piel que nos hace falta para resistir cualquier tipo de condiciones climatológicas. Sin embargo, esto nos deja sin responder un hecho evidente, cual es el que no siempre llevamos la ropa que el clima exigiría o haría normal. Es cierto que los esquimales se visten con gruesas pieles y que en el Amazonas llevan unas mínimas prendas de ropa. Pero también es un hecho que con frecuencia observamos personas y culturas que han llevado ropas inadecuadas, en algunas ocasiones profundamente incómodas.
La ropa la llevamos, por tanto, para algo más. O por lo menos hemos aprovechado la necesidad de llevar ropa puesta para poder expresar muchas más cosas. La más importante, sin duda, el que somos seres sociales y queremos, con la ropa, mostrar precisamente que nosotros estamos por encima de la naturaleza, que somos algo diferente, seres que viven por y para los símbolos. Y la ropa se convierte en un símbolo más. Un símbolo de poder social, gracias al cual el rico puede marcar claramente las diferencias que le separan del pobre, exhibiendo unos lujosos e innecesarios atavíos.
Pero es también un símbolo de nuestra propia creatividad. Nos vestimos y al vestirnos queremos mostrar una imagen diferente, no aquella que poseemos por el hecho de haber nacido, sino la que nos gustaría poseer. El ropaje nos ayuda a presentarnos a los demás como nos vemos a nosotros mismos, nos permite dar rienda suelta a nuestra capacidad creativa, aportando un algo más que oculta lo que no nos gusta de nuestros cuerpos y ofrece el mejor aspecto de nosotros mismos. Y el hecho de que sean luego las personas que crean la moda las que nos hacen vestir a todos por igual, no contradice lo que acabo de afirmar. Ellos son, en todo caso, los que mejor saben realizar aquello que a nosotros nos gustaría hacer y por eso terminamos siguiéndoles, aunque con eso perdamos parte de nuestra personalidad.
Y la ropa es, por último, un elemento fundamental en las relaciones interpersonales. Hay todo un lenguaje de la ropa, imbuido de otros lenguajes sociales más amplios, que forma parte de los múltiples juegos en los que nos vemos embarcados los seres humanos. Hay una ropa para cada ocasión: para trabajar o para hacer deporte, para pasar desapercibido o para seducir. Y si no pudiéramos vestirnos, la escueta desnudez de nuestros cuerpos perdería gran parte de las posibilidades de comunicación y creación que la ropa nos ofrece, nos sentiríamos algo más indefensos y algo menos humanos.
No basta, por tanto, con constatar que la ropa nos ayuda a protegernos de las condiciones climáticas, sean éstas frío o calor. La ropa nos sirve para mostrar quiénes somos, cuáles son nuestras señas de identidad y con qué grupos nos identificamos. Forma parte esencial de nuestra manera de relacionarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario